Paladar 93 - Feliz aniversario
Recibo un mail que me avisa que Paladar cumple cuatro años. Ya no es lo que era, pero es. ¿Cómo se celebra el cumpleaños de un newsletter?
Lunes
Me llega un mail de mí mismo. Es un recordatorio. Dice, apenas, en el asunto: 4 de septiembre, aniversario de Paladar.
No sé cuándo lo mandé, sí sé que lo mandé para acordarme y hacer algo.
Algo: escribir, al menos esta semana, para Paladar. Pero no tengo idea sobre qué escribir y no me gusta forzar el newsletter. Por eso perdió su regularidad del principio. Por eso sale cada tanto. Por eso escribo cuando realmente tengo ganas, cuando realmente pasa algo que me provoca deseos de escribir.
O cuando me mando un mail de recordatorio para escribir.
Escribo esto cuando todavía es lunes. Son las once y veinte de la noche. ¿Qué puedo decir sobre estos cuatro años de Paladar?
Paladar nació como un newsletter de comida. Al principio contaba alguna historia, compartía alguna receta, recomendaba algunos lugares para comer, para tomar. Después empecé a hablar de otras cosas. Y un día dejé de hablar de comida y empecé a contar lo que me pasaba, lo que vivía, lo que me salía. Si tenía que ver con la comida, bien. Y si no, también. Entonces dije (me dije, escribí) que ya no era un newsletter de comida sino de sobremesa: en las sobremesas hablamos de cualquier cosa. Eso es Paladar.
Esto.
Martes
Algo se me va a ocurrir. Por lo pronto, estaría bien hacer un repaso de los mejores momentos. Los grandes éxitos.
El primer envío no puede faltar. Fue el 4 de septiembre de 2020, plena pandemia por Covid19, cuarentena en Argentina. Escribí sobre la memoria emocional, sobre los knishes de mi abuela Agustina. Tenía poco más de 120 suscriptores en Mailchimp. Lo podés leer acá.
Me gustó bastante este otro que mandé ya viviendo en Montevideo.
O el del día que hablé con el dueño de Mantecol.
O el del día que conocí Albertine pan y café, en Colonia.
Y este, infaltable: cuando nació Simón.
El último que dejo, porque sí, porque fan: el de la visita de Fito Páez a Montevideo y todo lo que significa para la playlist de mi vida.
Todavía no terminé de pasar todo el archivo que tenía en Mailchimp a Substack, pero ya lo haré. Ahora tengo desperdigados más de noventa newsletters en dos plataformas.
Miércoles
Por ahí surge alguna idea con el número de newsletter. Me fijo qué número de envío es: 93. Falta poco para los 100 y para los 100 planeo algo grande. Pero grande en serio, algo que cuando te llegue no lo vas a poder creer. ¿Cuándo va a llegar, con esta (in)constancia? No tengo idea. Pero preparate. Si lo logro, será con grandes invitados/as (epa). Si no lo logro, será igual una locura.
Aunque para eso falta y todavía tengo que encontrar algo digno, decente para el cuarto aniversario. ¿Qué puedo compartir? ¿Recetas? ¿Alguna novedad? ¿Tengo alguna bomba para anunciar? Me encantaría, pero no.
En unos días llega Mariana Enriquez a Uruguay y tiene un montón de actividades, entre ellas una en Charco, donde doy los talleres, y otra en el FIL, el Festival internacional literario que organiza el MACA y va por su segunda edición.
Pero eso me importa a mí, lo sé, que me copa la Enriquez.
Por ahí puedo anticipar, eso sí, que el sábado 28 haremos otra edición de La luna bajo letras, un taller para escribir sobre sabores, sobre comida, sobre memoria emocional mientras degustamos cosas ricas que producen en La luna bajo agua, acá en Montevideo.
Claro, no tiene nada que ver con los cuatro años del newsletter (y voy a seguir escribiendo el newsletter aunque el corrector automático me marque la newsletter).
Algo se me va a ocurrir.
Jueves
¿Qué sería de mí sin Paladar?
Pienso en todo lo que podría haber escrito si no hubiera escrito el newsletter todos estos años. Este texto ya tiene más de 2000 caracteres y en general escribí más que esto. Pero pongamos 2000 caracteres por 93 ediciones, da más de 180.000 caracteres.
Tengo un proyecto de libro que tiene 37.000 y seguro ya estaría terminado, ¿no?
Tengo más de 100.000 caracteres de cuentos escritos que algún día, con algo de fortuna y empatía editorial, serán libro. Y ya podría tener dos.
Podría haber escrito ese libro de comida que tengo en la cabeza, y apenas avanzado en unos capítulos, abandonado quién sabe por qué.
Podría haber leído más. Podría haber cocinado más, o haber hecho algún deporte de esos que hace la gente de ciudad que salta y salta dentro de un galpón y después sale a dar vuelta a la manzana.
No. O al menos no por culpa de Paladar. Nada es culpa de Paladar.
Viernes
Tengo que mandar este texto y no tiene ni pies ni cabeza. Creo que lo mejor es dejar pasar el aniversario. Cuatro años, de todos modos, no son mucho. Ni siquiera es número redondo. Lo guardo para el año que viene, cuando cumpla cinco.
O no. Cuatro años son un montón y en este tiempo pasaron cosas. Tenía una hija, ahora tengo también un hijo a punto de cumplir un año. Vivía en un PH de Villa del Parque, en Buenos Aires, y ahora estoy en un apartamento en Pocitos, en Montevideo. Cuando empezó Paladar había una pandemia, no podíamos salir de casa, y ahora andamos tosiendo despreocupados en caras ajenas. Argentina ganó una Copa del Mundo. Cambió el presidente. En estos cuatro años murieron un montón de famosos que de alguna manera acompañaron mi vida: Maradona, Sean Connery, Carlín Calvo, Mauro Viale, Palo Pandolfo, Menem, Silvina Luna, Ángeles Salvador, Carlitos Balá, Pablo Milanés, Guillermo Calabrese, Pelé, Paul Auster, qué sé yo, mucha gente.
También gente cercana, querida. Familia.
Y Paladar sigue acá.
Cuatro años. Y van a ser más. Como sobremesa. O como lo que tenga que ser.
Gracias a vos por haber llegado hasta acá. Por leer esta y cada vez. Por compartir, por recomendar.
La próxima, seguro, será mejor. Esta es una edición especial, para festejar.
Me lo digo a mí mismo: felices cuatro años, a Paladar.
Abrazo grande,
Javi
¡Felices cuatro años, Paladar!
Felices cuatro años de ñiusleter de cocina, de sobremesas con historias y de unos cuantos caracteres desde las dos orillas. Feliz ñiusleter orillero.
Saludos lectorxs,
María