Paladar 96 - Escribir
Escribir, escribir, escribir. Leer. Publicar. Tengo libro nuevo, o en realidad ya no es tan mío. Y voy a salir en la tele.
Uno
Publiqué un libro. Esto lo iba a dejar para el final pero como no sé si vas a llegar hasta el final lo cambié y lo puse al principio.
Eso: publiqué un libro. En realidad lo publicó una editorial, Criatura, pero es mi libro, un libro de cuentos que se llama Lo que alguna vez fue un barco. Ya está en ¿todas? las librerías de Uruguay y en unos días va a estar en la Feria del libro de Buenos Aires.
Si llegás a comprarlo, si llegás a leerlo, después contame qué te pareció. Me interesa, incluso aunque lo que tengas para decir no sea del todo agradable.
Si vivís o andás por Buenos Aires en la fecha de la Feria, este y todos los libros de Criatura van a estar en el stand 1920 del Pabellón Amarillo.
Dos
Hace meses que vengo escribiendo borradores para el newsletter pero no llego a terminarlos, a pulirlos, a mandarlos. Y cuando tiempo después me siento a verlos, siento que quedaron viejos, que ya no tiene sentido mandar nada. Si total –me digo– ya se acostumbraron a no recibir nada.
Quedó demasiado lejos la rutina de escribir Paladar todas las semanas, y la promesa de regularizar la periodicidad ya suena a campaña electoral. Mejor no prometer nada. Sorprender cuando Paladar aparece entre los Recibidos del correo es la nueva meta.
Ahora escribí porque tenía una excusa de las buenas. Un libro no se publica todas las semanas ni todos los meses ni todos los años. Hay que aprovechar el envión narrativo.
Tres
Vengo de unos meses de leer buenos libros, o que al menos me gustaron mucho (porque decir bueno o malo seria cuanto menos subjetivo, y tal vez injusto). Con algunos otros en el medio, me quedo con Una guía sobre el arte de perderse (Rebecca Solnit), Los cuidados (Agustina Larrea), Tres luces (Claire Keegan), Carrera de fondo (Nadine Lifschitz), El monte de las furias (Fernanda Trías) y Las horas marcadas (Sergio Dubcovsky).
Todas (y Sergio) escriben de manera diferente, sobre temas diferentes. Cuentos, novelas, autoficción, ensayo, lo que sea que haya allí me gustó y me llevó de viaje, me hizo pensar o pasar buenos momentos.
Hay algo del libro que me gusta y es cuando me abduce, cuando la historia me atrapa por completo y ya no tengo conciencia de que estoy en el sillón o en la cama o en la sala de espera de un médico. Buceo entre palabras ajenas, entre imágenes que no me pertenecen pero que por un rato son mías. Deja de ser la historia que alguien escribió y pasa a ser mi historia. Dejo de ser lector para ser testigo. Lograr eso es espectacular. O debe serlo.
Cuatro
Hace unos días salí a caminar por la rambla, y como siempre que salgo a caminar por la rambla leo y escribo. A veces todo pasa en mi cabeza; leo caras, paisajes, escenas, momentos, charlas, personas, cielos, ideas; escribo párrafos, newsletters, cuentos, frases, textos de trabajo, ideas.
Esta vez no escuché música sino un programa que conduce Eugenia Zicavo en Futurock, Modo libro. Entrevistó a Samanta Schweblin a propósito de su último libro, El buen mal, pero habló también del proceso de escribir, del lugar del lector, el de ella y los de ella. De la locura, también. ¿O eso lo interpreté yo?
No me acuerdo, pero podés confirmarlo. Encontrás el programa en Youtube y en Spotify.
Cinco
Unos párrafos atrás mencioné a Fernanda Trías y entonces me parece un gran momento para hablar de la literatura uruguaya actual. No podría comparar épocas, sí puedo decir que desde que vivo de este lado del charco encontré muy buenas escritoras y muy buenos escritores, y libros que me encantaron. Además de los de Trías (el otro que leí es Mugre Rosa), disfruté los dos primeros de Tamara Silva (Desastres naturales y Temporada de ballenas), de Debimos ser felices (de Rafaela Lahore), Los murciélagos (Emanuel Bremermann), Carnada (Eugenia Ladra) y Si las cosas fuesen como son (Gabriela Escobar), o al menos son los primeros que se me vienen a la cabeza, los que resonaron ahí, acá.
Si estás en Uruguay seguro ya leíste varios de estos libros, pero si estás allá, en Buenos Aires, o en Argentina, la Feria del Libro es una buena oportunidad para buscarlos y conocerlos. Algunos estarán en el stand de Uruguay, otros en el de sus respectivas editoriales. Vayan y lean, estas novelas y cuentos no los van a defraudar.
Seis
Todo se enlaza con todo, y Tamara Silva acaba de publicar otro libro de cuentos, Larva, que aún no leí. Por eso estuvo en Buenos Aires y por eso en Uruguay la invitaron a varios programas, entre ellos uno que se llama Ideas cruzadas, conducido por Ricardo Piñeyrúa en TV Ciudad. Y también me invitaron a mí, vaya uno a saber por qué, así que este domingo me vas a poder ver hablando de libros, de escritura y de la vida en general en TV Ciudad, a las 22.15, y si no después lo colgarán en Youtube.
Ayer la mamá de un compañero de Margarita me mandó un mensaje con una foto. El mensaje decía:
–Javier, te recibiste de uruguayo al estar en TV Ciudad.
La foto es de un avance del programa. Me dio vergüenza estar ahí (ir a grabar ya me había dado vergüenza). Me da vergüenza que me vean. Siempre me dieron vergüenza las cámaras, por algo elegí lo que le da título a este Paladar: escribir.
Porque escribir me hace estar de este lado de la pantalla. Del otro lado –creo que ya lo dije varias veces– me da vergüenza.
Siete
A propósito de la publicación de mi libro, en estas semanas me preguntaron mucho por la relación entre la comida –Paladar, mi pasión por cocinar– y la escritura, y ya no me acuerdo lo que dije pero también sobre esto hablé con mis alumnas y alumnas de Periodismo –ah, volví a dar clases, ahora en Montevideo– y les compartí un texto de Leila Guerriero que se llama Escribir, y que podés leer acá.
¿Cómo se cocina un libro?
No tengo ni idea. Leí y escuché muchas versiones sobre cómo se llega a la publicación de un libro. Escribir en soledad, escribir en un retiro, escribir todo junto, escribir de a poco, escupir y que salga, trabajar cada línea, escribir, editar, escribir, editar, asistir a un taller o a una clínica de escritura, ponerse horario de trabajo, cumplir a rajatabla una rutina, hacer una escaleta, confiar en los impulsos, fumar, tomar, escapar. Nunca mejor dicho el dicho Cada maestrito con su librito, aunque no por escribir un libro uno sea maestro de algo.
Hace unos días conté en un posteo en Instagram parte del trabajo, las idas y vueltas que tuvieron esos textos que hoy forman parte de Lo que alguna vez fue un barco y también con quiénes tuve algunas de esas idas y vueltas. Hay cuentos que cayeron mientras hacía otra cosa. Caminar, leer, jugar con Margarita. Hay cuentos que aparecieron en imágenes conocidas, en personas lejanas, en escenas vividas o supuestas. Hay cuentos que armé y rearmé, y otros cuentos que mantienen su idea inicial.
Como este Paladar, que se armó de a retazos, ratos libres, punteos en el celular, hasta llegar ahora, justo, viernes, para mandarlo.
Hay otra similitud. Una vez que termino, el texto se va. Ya no es mío. Es de quien lo lee. Lo interpreta. Le gusta o no le gusta. ¿Gustará el libro? ¿Gustará este Paladar? ¿Puedo hacer algo para intervenir en eso?
No, no puedo. Así que mejor relajarse.
Ocho
Margarita cumplió años. Ocho años. No tiene nada que ver con este newsletter pero me quedaba libre el número y como cuando escribo escribo de cualquier cosa, acá estoy.
También en Instagram escribí algo sobre esto y sobre los temores que implica ser papá.
Uno de mis miedos es que algún día Margarita –también me pasará con Simón– lea todo lo que escribí sobre ella. ¿Debería borrarlo, hacer de cuenta que nunca lo hice? ¿En realidad escribí sobre ella o escribí sobre mí?
Lo charlaría en terapia, pero ya no voy más.
Así que como dice Diego Geddes en su Diario de la procrastinación, lo dejamos acá.
Gracias por leer.
Abrazos,
Javi
Que hermosa esta entrega de Paladar ✨
Que hermoso es este Newsletter